martes, 15 de enero de 2013

LOS SENOS DE DOÑA INÉS, Ramón Gómez de la Serna & Luis Seoane


LOS SENOS DE DOÑA INÉS

   La única desnudez que supo don Juan de doña Inés fue la de sus senos. Los senos de doña Inés, como un solo seno o repecho bajo las tocas, mostraron el pliegue de los dos en la hora del desmayo, cuando toda sus simetría se arrugó y se la levantaron los embozos.
   Después allí en la quinta Sevillana don Juan encontró los senos, los buscó, sacó moldes de ellos para su recuerdo, pues comprendía muy bien que la fatalidad le rondaba. ¿Pero cómo si perdía a doña Inés dejar de recordarla asida por el sitio más asidero, por los senos?
   Por lo menos recordó siempre sus senos atados por el largo cíngulo para los senos que usan las monjas para sus senos. Comprobó que estaban, que dormía la cabeza del uno junto a la cabeza del otro, como en los medallones en que para corgerlos dentro del óvalo hay dos niños así.
   Don Juan con disimulo faldeó con su cabeza los senos de doña Inés, buscando con las sienes y la mejilla el relieve de su almohada. Nunca se le pudieron olvidar.


RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA, Senos, Albino y Asociados, Buenos Aires, 1979, página 39.